lunes, 6 de diciembre de 2010

La Internet: vehículo para conocer la Literatura


Literatura en internet e internet en la literatura: ¿un "matrimonio" condenado al fracaso?


A grandes rasgos, existen al menos dos posiciones diferentes en este debate.

La primera sostiene que, en tanto las destrezas necesarias para la lectura y escritura de libros tradicionales –la expresión es poco feliz pero aclaratoria– no pueden ser reemplazadas por las habilidades necesarias para navegar y crear en la red, internet no sólo no modificará nuestros hábitos de lectura y escritura, sino que los hará aún más necesarios para conjurar esa dispersión y ese vacío que mencionábamos antes.

El semiólogo italiano Umberto Eco advierte al respecto que, en tanto no es igual leer una hoja de papel que una pantalla de computadora, los libros seguirán siendo insustituibles, no sólo para la literatura sino para todo texto que requiera ser leído “con cuidado”. Hasta ahora, concluye Eco, los libros continúan siendo “el medio más económico, accesible y fácil de usar para el transporte de información a bajo costo”.

De esta observación se desprende otra, consecuencia de la primera, que sostiene que sólo aquellos textos que no necesiten ser “leídos cuidadosamente” –como las enciclopedias o manuales– pueden correr el riesgo de volverse obsoletos ante el acelerado desarrollo de las nuevas tecnologías. El hipertexto –del cual nos ocuparemos en el próximo apartado– será entonces quien reemplace, en un futuro no muy lejano, a estos clásicos textos de consulta. Así, la Wikipedia (una enciclopedia on line en la que cualquiera puede agregar entradas o modificar las ya existentes) parecería ser el modelo de esta nueva manera de consultar información en la red (http://es.wikipedia.org/).

Beatriz Sarlo asume una postura similar al advertir que “lo difícil no es manejar esa tecnología sino estar intelectualmente preparado para navegar esa masa indócil de datos”. En este sentido, aventura Sarlo, “cuanto más se sabe, cuantos más libros se han leído, mejores hojas se pescan en el torbellino de la red, donde las buenas soluciones las encuentran quienes también son capaces de encontrar las buenas soluciones en los libros impresos”.

Parecería, no obstante, que queda aún irresuelta una pregunta fundamental en este debate. Ambas posturas coinciden en hacer una jerarquía de los discursos estudiados, jerarquía esta que parecería obturar la posibilidad de pensar en cómo pueden los escritores y lectores servirse de los recursos que les ofrece internet para ensayar un nuevo modo de hacer literatura, no sólo en sus contenidos sino, ante todo, en sus formas.

Más aún, en tanto existen numerosos proyectos fundados en la confianza en este “matrimonio”, de lo que se trataría ahora es de pensar sobre qué nuevos pilares descansan estas iniciativas y en qué modo modifican –ya en nuestro presente– la forma en que nos acercamos y acercamos a nuestros alumnos a la literatura.

El filósofo francés Michel Foucault señaló alguna vez que cada texto literario lleva implícita la respuesta a una pregunta esencial: “¿qué es la literatura?”. En la medida en que el libro no es tanto el objeto códex o el libro empastado como el texto contenido en él (Bruno De Vecchi), vale la pena indagar entonces qué concepción de la literatura subyace por debajo de esta nueva forma de práctica literaria.


Esta cuestión nos conduce a la segunda postura de la que querríamos ocuparnos. Daniel Link, escritor, docente de la carrera de Letras de la UBA y autor de La ansiedad. Novela trash –hecha a partir de mensajes de correo electrónico, chats y fragmentos de diversos textos literarios–, confiesa en una entrevista incluida en su libro que “contra el interés por internet como medio de comunicación me interesa más explorar internet como laboratorio de escritura y de ficción”1.

Link sostiene al respecto que en la medida en que internet conecta por medio de la escritura a personas que, de otro modo, jamás se hubieran conocido, tiene la capacidad de generar historias (aunque, podríamos agregar, historias que, por otro lado y al menos por ahora, sólo conservan su estatuto de literarias en la medida en que son escritas en un libro y puestas así al servicio de los lectores para la eternidad).

Esta idea de internet como máquina engendradora de relatos recuerda, por otro lado, a la máquina protagonista de La ciudad ausente, de Ricardo Piglia. “Estoy llena de historias, no puedo parar”2, confiesa la máquina al final de la novela. Acaso la diferencia entre una y otra está en que si “la máquina Macedonio-Piglia es un mecanismo de lectura, un dispositivo que traza mapas dentro de la literatura argentina y que conecta el mapa con el atlas de la literatura universal”3, en internet un vínculo sólo lleva a otro incluido en el mismo universo desjerarquizado de la red. Las conexiones son ad infínitum y, en este sentido, no parecerían confluir en un fundamento que las trasciende y las engloba, como sí sucede con las historias de la máquina de Piglia.

No es casual, además, que la máquina en La ciudad ausente sea una mujer. Daniel Link, justamente, ha llamado la atención sobre un dato curioso: los cibernautas son, en un 70 por ciento, varones. De allí que la conexión entre máquina y hombre sea leída, por muchos escritores, en clave eminentemente erótica.

“Tal vez lo que defina la comunicación en la red –señala en otra entrevista Link– sea precisamente esa alternatividad: es otra la vida que uno construye, es otro el lugar desde el cual habla, sin responsabilidades, sin coherencias. Una utopía libertaria.”

Algo de esa alternatividad, podríamos arriesgar, es también la que anima la escritura de otro libro reciente publicado por Gustavo López, que lleva el sugerente título de Kerés coger = Guan tu fak? 4 y que pone en escena los diálogos que sostienen –a través de e-mails, chats y recortes de diarios–, una prostituta travesti y su prima involucradas en una historia de crímenes y tráfico de bebés. Al respecto, un artículo crítico de Beatriz Sarlo a la novela de López publicada en el número 83 de su revista Punto de Vista (www.bazaramericano.com), invita a pensar algunas cuestiones interesantes en torno a la relación entre literatura, internet y pornografía.

1Link, Daniel, La ansiedad. Novela Trash, Buenos Aires, El cuenco de plata, 2004.
2Piglia, Ricardo, La ciudad ausente, Buenos Aires, Sudamericana, 1992.
3Panesi, Jorge, Críticas, Buenos Aires, Norma, 2000.
4López, Gustavo, Kerés cojer? = Guan tu fak, Buenos Aires, Interzona, 2005.

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