
Esta obsesión con tópicos poco desarrollados en el pasado puede explicarse si se observa el contexto en los que surgieron estas expresiones literarias. Durante las primeras décadas del siglo XX el mundo sufrió uno de los procesos de cambio más vertiginosos de la historia. En primer lugar, ya se vivía un clima de cierta convulsión como consecuencia de la herencia de la revolución industrial. En segundo lugar, se producen sucesos que afectaron a todo el mundo tanto desde lo político como desde lo social. La primera guerra mundial, la revolución rusa, la crisis económica de los años 30, fueron hechos extremadamente difíciles de afrontar y con enormes implicancias.
Las experiencias más relevantes de la literatura vanguardista son: el surrealismo, que imbuido de los aportes de Freud buscaba plasmar los ecos del inconsciente mediante la palabra haciendo uso de una escritura automática; el expresionismo, que buscaba expresar la emotividad interior por sobre una descripción imparcial del exterior; y finalmente, el ultraísmo, que fue una reacción al modernismo y que intentaba revitalizar el papel de la metáfora y eliminar las rimas.
Más allá de haber escrito un capítulo en la historia de la literatura, lo cierto es que ninguno de estos movimientos pudo superar lo coyuntural y proyectarse en el tiempo, aunque es innegable su influencia.





0 comentarios:
Publicar un comentario